Duerme la
ciudad,
duerme la calle,
la
propia vida duerme,
duerme el hombre
y el niño duerme,
Campanas silenciosas,
vosotras vigiláis desde la altura
en la negra atalaya de la noche.
Vuestras lenguas de bronce,
de ancestral lenguaje
y sublime
voltear,
marcan el ritmo de la ciudad.
Heraldos del
amanecer,
despertáis a la vida con el alba,
maitines…
toque de
ánimas, oscuridad,
recogimiento, silencio.
Volteo de campanas,
repiques de domingo.
¡Fiesta grande!
…. Y en el dolor,
repiqueteo, encorde,
doblan las campanas,
toque de muerte.
Fuego, desgracia…
¡ Arrebato! .
M.I.C. 8/12/2012
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