Si ves que brota un manantial en mis ojos,
que se ha replegado la noche hasta mi alma,
que me envuelvo en
remolinos de furia
frente a una nueva
noche.
Que el gélido viento que azota mi pecho,
revuelve las cenizas de apagadas llamas,
que me arropo en el silencio mudo,
entre paredes mordidas en los días de
miradas polvorientas,
caídas al suelo en ese instante,
en que pensé en mi vida tan vacía.
Los días blancos, de espacios fríos
y muertes lentas,
estímulos marchitos,
de hojas sin sonido sepultándose,
detrás de la pelea de los días blancos,
de espacios muertos.
Morimos cuando muere cada día,
que cada noche se lleve nuestra muerte.
¿Cómo no ahogarnos con el corazón llena de olas?
Esperando la ola redentora,
ola de olores muertos y mareas vivas,
de olores envueltos de otoños cálidos,
ola de vida que se lleva la muerte
entre la espuma.
...Y deja la playa sosegada.
M.I.C 5-11-2012
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