se llena de luz el horizonte
al tierno albor de la
aurora.
Se despereza la ciudad,
a lo lejos parpadean
las últimas luces de las noche,
las casas abren los ojos,
suben lentamente
bostezan perezosas las
calles
al ritmo frenético de los coches,
alternan los semáforos
colores de vida y esperanza.
La ciudad hambrienta
desayuna pequeños deseos
acompañados de ilusiones vanas
Engulle la urbe,
personajes anónimos
que luego vomita en serviles
trabajos de sucias y envenenadas
cadenas productoras de míseras
nóminas y dueños millonarios.
M.I.C
31-01-2012